Escuchando en televisión a un director de instituto de Barcelona, este habla sobre el papel que el instituto juega en la vida de los jóvenes, no sólo en tiempos de confinamiento. Muchos adolescentes buenos estudiantes o no echan de menos volver a las clases. Y es que para él la institución académica juega un papel que va mucho más allá de formadora de futuros profesionales. El instituto, en sus propias palabras, les otorga seguridad y se convierte en un segundo hogar donde a veces se sienten más cómodos que en sus propias casas.
Continuaba su intervención diciendo que la educación debe de ser entendida no como la mera transmisión de conocimiento. Decía que “debemos abandonar ya la idea de un profesor que explica y un grupo que escucha.”
Los clubes de Judo también tenemos nuestro papel en la vida de los niños y jóvenes. Nos preocupamos por nuestros alumnos a todos los niveles: familiar, académico, lúdico… y lo hacemos para ver cómo evolucionan como deportistas y como personas. De esta forma nos convertimos en una pieza más en su educación.
El maestro José Ángel Guedea hablaba en una de sus reflexiones en la web de la RFEJYDA sobre los motivos por los que un padre lleva a su hijo/a a clase de Judo: “Lo traen para que el niño se relacione, en ocasiones para que venza su timidez, para que se sienta más seguro, que cumpla unas normas, que se responsabilice, que haga ejercicio, que aprenda un deporte pensando que el Judo le pueda servir para defenderse y por el prestigio educativo del que goza el Judo.”
Algunos profesores hablan de que un niño que llega al club “primero es un cliente, después un alumno y finalmente un amigo.” Y es que ahora que la gran mayoría de nosotros estamos continuando con nuestras clases de forma telemática vemos como los padres nos agradecen que les demos a sus hijos esa pizca de energía tan necesaria en estos momentos. Porque no buscamos resultados deportivos ni transmisión de contenidos. Simplemente queremos estar con nuestros alumnos y que estos nos sigan sintiendo cerca.